martes, 22 de marzo de 2011

Rompiendo Cadenas

Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron. Hechos 16:25-26
Las pruebas producen distintos tipos de emociones, dolor, frustración, ira, soledad, amargura, etc. Todos estos sentimientos son cadenas que no nos dejan salir del hoyo en el que nos encontramos. Sin embargo Dios permite las pruebas en nuestras vidas para hacernos crecer espiritualmente, lo cual nos lleva a una relación mas madura con El, que de otra forma no pudiéramos disfrutar.
Entonces ¿cual es el problema? Si las pruebas tienen este propósito, ¿por qué es que la mayoría de nosotros nos encadenamos con todos estos sentimientos?
El problema somos nosotros, y nuestra incredulidad. Dios através de Su Palabra nos promete que no nos dejara, que los pensamientos que tiene para nosotros son de paz y no de mal, que El es nuestra roca y amparo y tantas cosas mas. Pero por algún motivo nos cuesta trabajo entender que ya nada depende de nosotros, sino que todo depende de El, que todo nuestro caminar debe de ser dando pasos de fe y no de vista. Cuando estamos en una prueba, lo primero que hacemos es “buscar a Dios” y cuando no responde de la forma que queremos, decidimos darle una “manita a Dios” para que todo salga de acuerdo a lo que queremos. Al final, cuando empeoramos las cosas, todos esos sentimientos nos atrapan y nos encadenan, condenándonos a un calabozo muy adentro, del cual jamás salimos sin la ayuda de Dios, podemos pretender salir de el, pero nuestras acciones muestran lo contrario.
Pablo y Silas acababan de ser azotados, ahora estaban en un calabozo encadenados. Todo esto por la acusación falsa de los amos de una adivina. En medio de todo esto para ellos hubiese sido muy fácil llorar toda la noche, lamentarse, llenarse de ira amargarse, etc.; pero esa no fue su reacción. Ellos cantaron y oraron. A medianoche, después de haber sido azotados y encarcelados, ellos estaban alabando al Señor y Dios se encargo de romper las cadenas que los ataban.
Esa es la solución al problema, en momentos de angustia y dolor, orar y cantarle a Dios, bendecir a Jehová en todo tiempo. La ultima frase del verso 26 dice “y las cadenas de todos se soltaron” Dios los liberó de sus cadenas, los liberó del dolor, de la ira, del desaliento, de la soledad, de la amargura, de cualquier sentimiento que los atara.
Lo único que nos pide Dios es creer, en Hebreos 6:13 nos dice que Dios, no pudiendo jurar por otro mayor, juro por si mismo cuando le hizo la promesa a Abraham. Así de importante son las promesas de Dios, Dios no es hombre que pueda mentir y su mano nunca se acortara. El es nuestra fortaleza, y no importa lo que pase nuestro gozo es El. No hay NADIE ni NADA mayor que Dios, las promesas en El son si y en El amen.
Regocijaos en el Señor SIEMPRE. Otra vez digo: ¡Regocijaos! (Fil. 4:4) y El romperá las cadenas SIEMPRE.  
Karla Carrasco
Fil 4: 6 y 7